viernes, 29 de diciembre de 2006

Cometa

La diferencia está en que el cometa,
sujeto al capricho del viento,
va a donde éste lo lleve;
y la veleta cambia de dirección
según la corriente,
pero en realidad no va nunca a lugar alguno.


Un día, y no precisamente de forma inesperada para ella,, un viento fuerte proveniente del este la elevó y como a un cometa, se la llevó volando por los aires...

Por un tiempo voló en dirección oeste (en ningún momento sintió miedo, pero si expectación y algo, no demasiada hambre) hasta que una corriente austral , mucho más potente (y que le hizo pasar algo de frío pese a ir bastante abrigada), le cambió totalmente el rumbo...

Finalmente y tras varios cambios de dirección a manos del caprichoso viento, y gracias a una corriente proveniente del Golfo, y después de varias horas de haber dejado su casa, aterrizó, quizá habría que añadir que un poco accidentadamente, en unas costas con un mar de olas grandes, azul profundo, con una fuerte brisa, causa probable de que hubiera tocado tierra y arena blanca y fina. Exactamente frente a que mar se encontraba, ella no tenía idea...

Durante un corto tiempo, se sentó en la arena, contemplando el océano, recordó como cuando era una niña, le preguntó a su padre si ella había nacido en el mar, y las olas la habían traído a la tierra. La respuesta negativa de su padre no la disuadió de sus pensamientos (¡pocos pueden con una cabeza tan dura!) y aún ahora, ya adulta, hay algo en su corazón que siempre añora el mar y algo en su cabeza le dice, a pesar de que la madurez ya le acecha y la lógica tiene cada vez más poder sobre la pasión, (como tal vez desafortunadamente, le va pasando a todos a medida que crecen) que de alguna forma ella provino del mar, las olas la trajeron a tierra en donde sus padres la encontraron y decidieron en el acto llevársela a vivir con ellos...

Fiel a sus costumbres, o quizá mejor dicho, a las costumbres de su corazón, rápidamente se enamoró perdidamente del paisaje que contemplaba, y cayó perdida, loca perdida cuando vio ponerse el sol, que hacía que el agua bailara en colores dorados y azules. Rápidamente, su mente comenzó a soñar en como sería su vida en esa playa, y como pasaría feliz el resto de sus días ahí...

No había pasado otra hora, cuando de repente, aún encantada por la belleza del sitio, un capricho invadió su cabeza y se imagino a sí misma en verdes bosques con montañas nevadas en el horizonte. El viento obediente sopló de nuevo y se la llevo por los aires...

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